El papel de los jóvenes en la política del
Perú
En la actualidad, el Perú enfrenta una
grave crisis política e institucional que ha deteriorado la confianza de la
ciudadanía en sus autoridades. Escándalos de corrupción, cambios constantes de presidentes,
y un Congreso cuestionado han sido el panorama recurrente en los últimos años.
En este contexto crítico, los jóvenes emergen como actores sociales clave que
buscan renovar el rumbo del país. Lejos de ser apáticos o indiferentes, muchos
han empezado a ejercer una participación política activa, crítica y
comprometida con la democracia.
A menudo se ha dicho que la juventud no se
interesa por la política, pero esa percepción ha empezado a cambiar. Hoy en
día, los jóvenes expresan su compromiso a través de múltiples canales:
protestas pacíficas, activismo en redes sociales, participación en colectivos
estudiantiles, y defensa de derechos humanos, ambientales y sociales. La
política ya no es solo la que ocurre en el Congreso o en los partidos; también
se vive desde las calles, los barrios, las universidades y las plataformas
digitales.
Uno de los momentos más importantes de
participación juvenil fue la llamada ‘Generación del Bicentenario’ en noviembre
de 2020. Miles de jóvenes salieron a las calles de todo el país para rechazar
la vacancia de un presidente elegido democráticamente y la toma del poder por
parte de un Congreso desacreditado. Estas movilizaciones, organizadas sin
líderes visibles ni partidos, evidenciaron el poder de una juventud informada,
indignada y decidida a defender la democracia.
Sin embargo, no todo es entusiasmo. Los
jóvenes también enfrentan barreras significativas para participar formalmente
en la política. Muchos partidos tradicionales no ofrecen espacios reales de
representación para los más jóvenes y, cuando lo hacen, suelen usarlos como
imagen más que como agentes decisivos. A ello se suma la deficiente formación
cívica en los colegios, la falta de educación política, y la frustración
constante de ver cómo las instituciones no cumplen con sus funciones. Todo esto
desalienta, pero no detiene el impulso juvenil.
A pesar de los desafíos, existen muchas
oportunidades. La era digital ha permitido que la juventud se empodere,
investigue, se eduque y construya redes de acción con impacto real. Plataformas
como TikTok, Instagram y Twitter no solo sirven para entretenimiento, sino que
también se han convertido en espacios de debate político, denuncia social y
promoción de causas ciudadanas. Gracias a ellas, los jóvenes pueden cuestionar
a las autoridades, exigir transparencia y organizar campañas desde la base.
Además, muchos jóvenes están creando
asociaciones, grupos ecológicos, colectivos feministas, organizaciones
estudiantiles y otras iniciativas que no solo luchan por causas específicas,
sino que también fortalecen su liderazgo, capacidad de diálogo y visión
crítica. Estas experiencias son semillas de una futura generación de líderes
comprometidos con el bienestar colectivo, con mayor sensibilidad social y mejor
conexión con los problemas reales de la población.
En conclusión, los jóvenes en el Perú están
demostrando que no son indiferentes ante la realidad política del país. Lejos
de ser pasivos, están construyendo una nueva forma de hacer política, más
cercana, más participativa y más transparente. El país necesita de su energía,
su creatividad y su capacidad para imaginar un futuro mejor. Pero también
requiere abrirles verdaderos espacios de participación, formarles desde la
educación, y valorar su voz. Solo así se podrá construir una democracia más
sólida, justa e inclusiva, donde la juventud no sea espectadora, sino
protagonista.
Jesús chileno fernández
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